La segunda parte de este invierno se está caracterizando por una frecuencia inusitada de fuertes temporales en todo al Arco Atlántico. Si bien la razón que hay detrás de esta sucesión de virulentas tormentas no vistas desde hace décadas no está del todo clara -aunque se sospecha del calentamiento global, en concreto, según los meteorólogos un calentamiento del Pacífico está detrás de las borrascas generadas en el Atlántico- las consecuencias más directas que están produciendo en las aves marinas, especialmente en los álcidos, están siendo más que patentes.
Los álcidos son muy vulnerables a estos fuertes temporales, pues debido al mal estado de la mar tienen serias dificultades en encontrar alimento y reposar en condiciones. Si estas carencias se vienen encadenando durante varios días, muchos de ellos alcanzan un estado de inanición frecuentemente aparejado a otras complicaciones como edemas pulmonares y hemorragias intestinales. En ese estado de acusada debilidad llegan en masa a bahías y ensenadas como se viene produciendo en las costas del Golfo de Vizcaya y Canal de la Mancha desde finales de enero de este invierno.
En el Cantábrico han sido los araos comunes (uria aalge) los álcidos aparentemente más perjudicados. En la Bahía de La Concha, por ejemplo, fue a partir del 30 de enero cuando se empezaron a detectar los primeros araos moribundos y algunos también muertos. Entre los debilitados un socio de Itsas Enara Ornitologia Elkartea encontró orillado un ejemplar anillado (Y11555) en el País de Gales, en la colonia de Puffin Island, 210 días antes de la recuperación a 1122 km de la playa de la Concha donde se recuperó. Además de llegar extenuados lo hacían en cantidades superiores a lo habitual, y oportunistas como los gaviones sacaban provecho de ello como pudimos comprobar en dos ocasiones. La mayor entrada de araos se produjo un día antes a la gran tormenta del 10 de febrero. Llegamos a contar 24 ejemplares en la Bahía de la Concha cuando habitualmente la cifra no suele pasar de 2 ejemplares.
Estas entradas masivas de araos debilitados se han repetido a lo largo de toda la costa vasca. Gorka Ocio nos informaba de la presencia de 10 araos en el puerto de Ondarroa el 16 de febrero. En otros casos los cuerpos llegaban inertes como los recogidos (3 adultos y 2 jóvenes) el 20 de febrero por Asier Aldalur en Zarautz, o los 3 araos retirados por Héctor González el 16 de febrero en la playa de Orio. En otros puntos del Cantábrico como en Castro fue el 5 de febrero cuando Jesús Menéndez observó la primera entrada de araos extenuados. El 12 de Febrero el número de araos en torno al puerto de Castro llegó a 16. En Punta de la Vaca (Asturias) Jorge Valella contaba 564 araos en paso el 9 de febrero, y 711 el 11 de febrero, una número realmente desorbitado y poco habitual, mientras que informaba que en la playa asturiana de San Juan-Salinas se contaban por parte de Fran Baena, 105 araos, 29 frailecillos y 18 alcas muertos.
En la costa atlántica francesa, pese a que los araos también se han visto severamente afectados, han sido los frailecillos atlánticos (Fratercula arctica) los álcidos más castigado por los temporales. Faune-aquitane.org ha informado diariamente de recogidas de cadáveres desde principios de febrero. Sirva como ejemplo las cifras de 117 frailecillos y 97 araos muertos que se recogieron el 11 de febrero, y tan sólo en un transecto de 2 km por la playa de Capbreton. Desde el suroeste británico también nos llegan noticias de una alta mortandad de álcidos (alcas y araos en su mayoría) y cormoranes moñudos en la Isla de Jersey (Canal de la Mancha). En Devon y alrededores informan de un panorama similar. Cabe recordar que en marzo de 2013 se produjo en la costa este de Reino Unido lo que la RSPB calificó como la mayor mortandad de frailecillos en 50 años en el Mar del Norte. Fue causada por una serie de tormentas que impidieron una normal alimentación. Pese a que se recogieron 3.500 cuerpos, un conteo posterior durante la primavera del mismo año no indicó una merma significativa de la población, al menos con respecto a la de 2009.
Recordamos a continuación algunos casos pasados de alta mortandad de álcidos y de arribadas masivas de araos moribundos a playas y bahías:
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Costa de Oregon entre julio y agosto de 1969 (Scott et al., 1975): Estimación de 51.100 araos muertos. Apuntan a muerte por ahogamiento derivada de una alta concentración de p.p'-DDE en los cuerpos.
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Otoño de 1969 el Mar de Irlanda (Holdgate, 1971): 15.000 araos mueren en masa. Se sospecha del clorocarbono, compuesto utilizado en pesticidas.
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Alaska en abril de 1970 (Bailey y Davenpot, 1972): Tras encontrarse 8.500 araos en playas se estimaron un total 100.000 muertes causadas por una mancha de petróleo.
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1974 en el Mar de Irlanda (Lloyd et al., 1974): 17.600 aves marinas (60% de araos) mueren. Se sospecha de algún contaminante.
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Febrero de 1983 en el Mar del Norte (Harris y Wanless, 1984): Tras una serie de tormentas aparece orillados 30.000 álcidos (10.000 araos).
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Golfo de Alaska en 1993 (Piatt y Van Pelt, 1997): 3.500 ejemplares muertos o moribundos se ven a playas, puertos... El 80% eran subadultos. Se estima una muerte de 120.00 ejemplares en total, y se concluye que las muertes son fruto de la inanición. El Niño se menciona como posible causa de una reducción de pesca durante el periodo 1990-1995.
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Febrero de 1994 en el Mar del Norte (Harris y Wanless, 1996): 50.000 aves marinas muertas, siendo la mayoría araos. Se apunta a muerte por inanición.
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Diciembre de 1990 en el Golfo de Vizcaya frente a Bretaña: 70.000 araos mueren consecuencia del vertido del petrolero Erika.
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Noviembre de 2002 frente a Galicia: 11.000 araos y otras muchas aves marinas muertas a raíz del derrame del petrolero Prestige.
Los sucesos de Alaska, y sobre todo los del Mar del Norte, son los más parecidos al caso que nos ocupa por tratarse de muertes masivas producidas por causas naturales. La pregunta que uno se hace es si las muertes que se están produciendo durante este invierno harán mella de forma significativa en las poblaciones europeas de álcidos. Hagamos un sencillo ejercicio de estimación del tamaño de la población de araos migrantes en el Golfo de Vizcaya. Bretagnolle y otros (2004) estiman en un mínimo de 100.000 el número de álcidos invernantes en el golfo de Vizcaya, siendo la mayoría araos. El estudio sin embargo no cubre las aguas del Cantábrico. Como tamaño mínimo de la población invernante en el Cantábrico podríamos tomar el número de araos afectados por el Prestige, que fue de 11.000 ejemplares. Respecto a las características concretas de la población invernante en el Cantábrico, Alvarez y Pajuelo (2004) y García y otros (2003) apuntan a una mayoría de jóvenes de un año para los casos de Asturias y Galicia. Bretagnolle y otros (2004) también hablan de una mayoría de jóvenes (< 2 años) invernantes para todo el golfo de Vizcaya. Las proporción de adultos entre los cuerpos recogidos en algunos puntos es, sin embargo, inesperadamente alta, por lo que su mortandad podría tener una incidencia más directa en los núcleos poblacionales. Quedaría por tanto dilucidar el número total de muertes producidas durante este fatídico invierno. La verdad es que, aunque todavía no se ha realizado una estimación del número de muertes producidas, el trabajo de campo parece indicar un número muy alto de bajas no visto desde hace tiempo, contadas por miles. Y recordemos que el número de cadáveres que se observan orillados corresponden únicamente a un pequeño porcentaje de la cantidad total. Para ello dejamos este interesante enlace donde David Álvarez expone el estudio que realizaron tras el desastre del Prestige, para determinar o valorar la proporción que puede haber entre las aves recuperadas orilladas frente a las que el mar no devuelve jamás.
Si para la gente en general la imagen de decenas de araos orillados es algo triste, para unos ornitólogos como nosotros es algo dramático. En este caso no ha sido una marea negra la causante, puesto que la concatenación inusual de borrascas atlánticas es algo natural. Las muertes son, por tanto, fruto de un hecho natural, algo que nos alivia en cierta medida. Sólo tenemos el pero de que los vertidos, la pesca industrial y la afección de factores antropógenos se suman a las catástrofes naturales.
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Álvarez, D., & Pajuelo, M. A. F. (2004). Differential migration in a wintering population of common guillemots Uria aalge affected by the Prestige oil spill.Ardeola, 51(2), 451-454.
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Bailey, E. P., & Davenport, G. H. (1972). Die-off of common murres on the Alaska Peninsula and Unimak Island. Condor, 74(2), 215-219.
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Bretagnolle, V., Certain, G., Houte, S., & Métais, M. (2004). Distribution maps and minimum abundance estimates for wintering auks in the Bay of Biscay, based on aerial surveys. Aquatic Living Resources, 17(03), 353-360.
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García, L., Viada, C., Moreno-Opo, R., Carboneras, C., Alcalde, A. & González F. 2003. Impacto de la marea negra del Prestige sobre las aves marinas. Sociedad Española de Ornitología, Madrid.
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Harris, M. P., & Wanless, S. (1984). The effect of the wreck of seabirds in February 1983 on auk populations on the Isle of May (Fife). Bird Study, 31(2), 103-110
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Harris, M. P., & Wanless, S. (1996). Differential responses of Guillemot Uria aalge and Shag Phalacrocorax aristotelis to a late winter wreck. Bird Study,43(2), 220-230
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Holdgate, M. W. (1971). The seabird wreck of 1969 in the Irish Sea. Report, Natural Environmental Research Council.
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Lloyd, C., Bogan, J. A., Bourne, W. R. P., Dawson, P., Parslow, J. L. F., & Stewart, A. G. (1974). Seabird mortality in the north Irish Sea and Firth of Clyde early in 1974. Marine Pollution Bulletin, 5(9), 136-140.
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Piatt, J. F., & Van Pelt, T. I. (1997). Mass-mortality of guillemots (Uria aalge) in the Gulf of Alaska in 1993. Marine Pollution Bulletin, 34(8), 656-662.
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Scott, J. M., Wiens, J. A., & Claeys, R. R. (1975). Organochlorine levels associated with a common murre die-off in Oregon. The Journal of Wildlife Management, 310-320.