Durante estas últimas dos semanas la playa de la Zurriola de Donostia se ha convertido en un inusual centro de peregrinación para multitud de limícolas. Embarcadas en el largo viaje hacia sus septentrionales áreas de reproducción norteña, muchas de ellas han decidido recalar en una playa a priori poco apetecible. Si bien es cierto que los arenales costeros son habituales puntos de parada para este tipo de aves, recordemos que la playa de la Zurriola es un arenal urbano donde la presencia humana y de perros es casi constante. Por esta razón la llegada de limícolas suele ser inapreciable y casi siempre limitada a ejemplares solitarios.
¿Qué ha ocurrido entonces para que un arenal tan poco atractivo para los limícolas se convierta de repente en una imán para ellas? Remontémonos al tren de borrascas sucedido durante el pasado invierno. Se produjeron temporales que azotaron con virulencia nuestras costas, y en algunos puntos como Donostia, causaron verdaderos estragos en paseos marítimos y escolleras. Las playas, como la Zurriola, también se vieron afectadas, sufriendo una significativa pérdida de arena. La pérdida de arena, y más concretamente el posterior vertido por parte la Dirección de Costas de nueva arena traída desde Jaizkibel es lo que ha originado la avenida de tal cantidad y variedad de limícolas. Al parecer, esta nueva arena contenía ingente cantidad de alimento del que las límicolas han sacado buen provecho.